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Análisis de Atelier Lulua: The Scion of Arland

Acompaña a una joven que quiere convertirse en alquimista en Atelier Lulua: The Scion of Arland, la nueva entrega de la franquicia que pretende regresar a sus orígenes.

Cartel Atelier Lulua
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Atelier Lulua: The Scion of Arland es un RPG con combates por turnos cuyo eje principal vuelve a ser la alquimia. Este título nos lleva de nuevo hasta la trilogía de Arland, una de las más queridas de la saga, situándose un tiempo después de la misma. Como veréis, se trata de un juego muy conservador en cuanto a mecánicas, estando éstas algo más simplificadas y ofreciendo a su vez un desarrollo más libre.

Su historia nos traslada hasta Arklys, una de las ciudades fronterizas de Arland, donde la joven Elmerulia Fryxell, una enégica y positiva joven a la que conocen mejor por el nombre de Lulua, estudia alquimia con mucha diligencia para estar a la altura del legado de su madre, la famosa Rorona Fryxell, estando bajo la tutela de una antigua alumna convertida en mentora, Piana. Apoyada por una amiga íntima de la infancia, la trabajadora y atenta Eva Armster, trabaja duro para cumplir su sueño de convertirse en una alquimista de renombre. Por desgracia, no le va nada bien y se empieza a sentir un tanto frustrada. Todo cambia cuando, tras volver de recoger algunos ingredientes, un misterioso códice aparece ante Lulua que en principio sólo ella puede leer, comenzando a partir de aquí nuestro viaje para intentar salvar el antiguo taller de su madre.

Aunque el argumento peca de utilizar varios estereotipos, nos ha gustado bastante. Esto lo notarán especialmente aquellos que hayan jugado a la saga, con montones de referencias a la trilogía Arland, ya sean pequeños detalles o algunos personajes invitados. No es necesario haberlos jugado para entender la trama, pero sí es recomendable por los constantes cameos que encontraréis. Eso sí, comentar que los textos del juego nos vuelven a llegar en inglés y que necesitaréis un nivel medio para avanzar.

Las mecánicas, como hemos mencionado, no han variado demasiado respecto a otras entregas de la saga principal. Aquí os dedicaréis a explorar los escenarios en busca de materiales que después llevaréis al taller para poner en práctica la alquimia, todo mientras os enfrentáis a algunas criaturas a lo largo del juego. Algo que nos ha extrañado bastante es que todo ha sido simplificado. Esto no quiere decir que sea malo, pero ha perdido cierta profundidad en algunos aspectos.

En primer lugar, ya no contamos con un mundo abierto. Ahora tenemos zonas bastante amplias y se ha quitado el limitador de tiempo, lo que permite explorar a fondo sin ninguna prisa. En lo demás sigue siendo muy parecido, cogiendo útiles escondidos por los escenarios y viendo en todo momento a los enemigos pasear para decidir nosotros si queremos entablar combate al entrar en contacto con ellos. Si los golpeamos, conseguimos una pequeña ventaja al empezar, ocurriendo lo contrario si nos sorprenden.

Las batallas se vuelven a desarrollar por turnos, donde podréis formar un grupo de hasta cinco miembros compuesto por tres atacantes y dos personajes de apoyo. Los atacantes reciben las órdenes del jugador (atacar, utilizar habilidades, defenderse, cambiar entre personajes, huir o, en el caso de las alquimistas, gastar los objetos equipados), mientras que los miembros de apoyo realizan ataques auxiliares automáticamente para complementar sus acciones y aumentar el daño a los enemigos. Según la formación de los atacantes, podemos activar el Arte Primordial, que mejorará algunos aspectos, como el daño, a lo largo de todo el combate. Una de las mayores novedades se encuentra en la habilidad Interrupción, que permite a las alquimistas utilizar un objeto preparado con anterioridad fuera de su turno sin gastar dicho útil, aunque para ello tendréis que tener el indicador de ataques lleno. Es muy útil, y saber cuándo utilizarlos puede suponer una gran ventaja contra los enemigos más poderosos.

Como siempre, al ganar batallas conseguimos experiencia con la que subir de nivel a nuestros personajes, mejorando así sus estadísticas generales e incluso aprendiendo nuevas habilidades para los mismos. Si tenéis suerte, quizás consigáis algunos materiales únicos que no pueden obtenerse de otra forma.

La alquimia vuelve a ser el eje de la aventura. Aquí tenemos que conseguir las respectivas recetas de cada objeto a fabricar para después salir a por los materiales necesarios y, finalmente, volver al taller para sintetizarlos. Se ha simplificado mucho respecto a los últimos juegos de la franquicia, donde sólo nos tenemos que preocupar de la calidad de los materiales y, si así lo queremos, añadirle efectos secundarios, siendo un poco más profundo al avanzar un buen tramo en la aventura. Esto hace que el proceso sea más ágil y que la mayoría del tiempo lo pasemos explorando, recogiendo útiles, conversando y luchando. Comentar también que poco a poco subimos de nivel para desbloquear nuevos eventos que pueden darnos acceso a más recetas.

Los escenarios, por otra parte, vuelven a dividirse por zonas, aunque son bastante amplias y los tiempos de carga entre ellas no son demasiado notorios. Son variados y ofrecen muchos materiales a recoger, con un minimapa que podemos ampliar para ver nuestra situación en todo momento. Además podréis visitarlos a diferentes horas del día, teniendo éstas influencias en el tipo de enemigos que nos encontramos. Lo que más nos ha gustado es que ahora no contamos con la presión del tiempo, así que tendréis total libertad para explorarlos a fondo y realizar las tareas cuando más os convenga. Es cierto que se pierde el factor de gestión, pero a nosotros, personalmente, nos parece un cambio acertado.

No nos queremos olvidar del códice, el cual juega un papel muy importante en el viaje de Lulua. Éste ofrece pistas visuales que nos indican los lugares que toca visitar, así como frases incompletas cuyas palabras debemos localizar en los escenarios. Es muy importante fijarse en los pequeños detalles, aunque es cierto que no os costará demasiado dar con la solución a poco que exploréis.

En cuanto a duración, es un juego que os a dará para unas 35 horas, tiempo que se ve ampliado si os dedicáis a completar todas las misiones secundarias. No encontraréis muchos alicientes que os inviten a rejugarlo, si bien es cierto que incluye algunos detalles que a lo mejor en una primera pasada os habéis perdido.

El apartado gráfico, como siempre, cuenta con buenos modelados para los personajes, cuyas animaciones resultan un tanto robóticas, escenarios vistosos pero con texturas planas y que están divididos por zonas, y efectos que no están nada mal. Aún así, gracias a la espectacular dirección artística disfrutaréis de momentos realmente buenos, siempre con el modesto presupuesto de la compañía.

El sonoro es muy bueno, con melodías de corte animado que le sientan genial a la aventura, voces en japonés de gran calidad y, como pega, textos en inglés. No es que exija un nivel muy alto, pero en algunos necesarios es necesario conocer el idioma para poder avanzar.

En definitiva, Atelier Lulua: The Scion of Arland sigue el estilo marcado por el resto de la franquicia, contando con escenarios de un buen tamaño a explorar en busca de materiales, un sistema de alquimia que funciona como eje del juego, batallas simples pero que a la larga se vuelven desafiantes y una historia que, sin destacar demasiado, entretiene. Es cierto que muchos aspectos han sido simplificados, como la síntesis de objetos o la desaparición del tiempo, pero esto hace que a su vez sea más accesible y que podamos tomarnos todo el tiempo que necesitemos para explorar.

Quizás peque de ser poco innovador, pero los seguidores de la saga ya tendrán una idea de lo que encontrarán. Un RPG que os mantendrá entretenidos si buscáis personajes simpáticos, os atrae su estética y queréis disfrutar de una aventura sin muchas complicaciones.