Análisis de Daemon X Machina
Una terrible guerra entre los seres humanos y las máquinas os espera en Daemon X Machina, que nos lleva hasta un campo de batalla futurista en el que lucharemos por el destino de la humanidad.


Daemon X Machina es un shooter de acción con mechas (llamados aquí Arsenales) que se desarolla desde una perspectiva en tercera persona, con combates frenéticos, un amplio arsenal de armas a nuestra disposición y destrucción por todas partes, destacando por encima de todo su estilo artístico. Obra de Kenichio Tsukuda, más conocido por su trabajo en la saga Armored Core, el juego apuntaba maneras cuando lo vimos por primera vez, aunque por desgracia no se han sabido aprovechar algunas de sus mejores cualidades.
Su historia se centra en la batalla entre los humanos y las máquinas donde, tras la caída de un fragmento de la Luna sobre la Tierra que la deja casi inhabitable, la humanidad creó una inteligencia artificial avanzada para reconstruir el mundo. Sin embargo, a raíz del mismo desastre aparecieron los Immortals, una raza de máquinas malvadas que volvió a la inteligencia artificial en contra de sus creadores. La esperanza que auguraba un futuro mejor pronto se convirtió en una lucha despiadada por la supervivencia. Ahora se libra una guerra que no parece tener fin entre los consorcios y los Immortals, con el destino de la humanidad en la balanza. Poniéndonos en el papel de uno de los Reclaimers, un grupo de élite de mercenarios, nos toca desvelar el secreto de los Immortals antes de que sea demasiado tarde.
Esta trama cuenta con una premisa bastante interesante en la que vemos como varias empresas se enfrentan entre sí, grupos de mercenarios con batallas internas y algunos elementos ficticios que le sientan genial a la aventura. Lo malo es que pronto se queda en nada, con un argumento que no termina de avanzar y, cuando parece que va a suceder algo interesante, tira en otra dirección completamente distinta. A ello tampoco ayudan unos personajes llenos de clichés y con los que no acabamos de empatizar. Al menos cuenta con textos en castellano para que podamos seguir la historia sin problemas, si bien hemos encontrado pequeños fallos en la traducción.
Nada más comenzar nos toca crear a nuestro héroe o heroína, eligiendo su género y personalizando varios elementos para darle el aspecto que deseemos, así como un traje al que podemos ponerle los colores que queramos. No es el más complejo que hayamos visto, pero cumple sobradamente, sobre todo si tenemos en cuenta que más adelante podemos conseguir más elementos de personalización.
Las mecánicas jugables funcionan correctamente, pero es cierto que tardaréis un poco en acostumbraros a ellas. Podemos desplazarnos libremente por el suelo, saltar, volar o incluso utilizar un impulso que gasta un poco de resistencia. También contamos con un arma en el brazo derecho y otro en el izquierdo, alternando entra ellas siempre que nos convenga y fijando objetivos una vez entran en nuestra mirilla, así como otras dos en los pilones y más armas adicionales. Pueden cambiarse por otras en cualquier momento, haciendo que el proceso sea bastante ágil. Todo es explicado mediante una prueba de actitud que funciona de tutorial.
Eso sí, ofrece tantas opciones que puede abrumar, siendo algunas de ellas completamente innecesarias y que complican el control de nuestro Arsenal. Molesta especialmente el no poder fijar a los enemigos y que nos obliguen a estar constantemente moviendo la cámara de un lado a otro, ya que además pueden atacarnos desde cualquier ángulo. También nos ha decepcionado la poca diferencia que notamos en las armas de una misma clase, algo que al final no nos motiva a ir consiguiendo otras nuevas más allá de aumentar la potencia de fuego.
Para que resulte más sencillo localizar a nuestros objetivos, ver la geografía del lugar y los objetos que allí se encuentran, contamos con un útil minimapa en la esquina superior derecha que nos da multitud de detalles. No os preocupéis si al principio os cuesta identificar cada elemento, ya que con cada partida se aprende un poco más.
El juego se estructura en misiones de diferentes rangos que representan la dificultad, siendo algunas para avanzar en la historia y otras optativas para conseguir mejor equipamiento, las cuales veréis que con el tiempo se vuelven casi obligatorias para avanzar. Casi todas se basan en acabar con todos los enemigos de una zona, proteger a una estuctura, explorar un mapeado o escoltar a vehículos, haciendo que se vuelva muy repetitivo con el paso de las horas. La duración de cada una ronda los diez minutos, siendo ideal para partidas rápidas.
Lo que más nos ha gustado es enfrentarnos de vez en cuando a otros mechas, con los cuales podemos luchar cuerpo a cuerpo utilizando espadas o atacar a distancia. No es que funcionen mejor que el resto, siendo a veces un tanto desesperante seguir a nuestro objetivo, pero sí que dejan algún que otro momento para el recuerdo. También encontraréis algunos jefes enormes que cuentan con puntos débiles a explotar y nos dejan enfrentamientos muy memorables, encontrándonos con ellos varias veces a lo largo del juego.
Otro aspecto muy interesante es lo personalizable que es nuestro Arsenal, al cual podemos cambiarle cada una de sus partes por otras de los que hayamos derrotado. Hay que tener en cuenta que las partes que conseguimos no pueden acoplarse en el mismo momento, sino que nos toca esperar a que la misión acabe y regresemos a la base. No esperéis que se note demasiado a la hora de combatir, pero sí que mejorar ciertos parametros del mecha que pueden hacer que sean más sencillos. Además, todas se pueden mejorar utilizando dinero y otras partes.
Como curiosidad, el Outer, que viene a ser el piloto, cuenta con un completo árbol de habilidades en el que desbloqueamos nuevos talentos y mejoras en las estadísticas tanto para él como para el mecha, haciendo que nuestro avatar se parezca cada vez más a un robot. Es una pena que apenas se pueda aprovechar al Outer en el campo de batalla, donde sólo nos dedicamos a disparar y colocar trampas, algo un tanto inútil contra otros Arsenales. Así que, si acaban con vuestro Arsenal y tenéis que salir a pie, tened casi por seguro que la misión fracasará.
La duración de la aventura ronda las doce horas, tiempo que se ve muy ampliado si nos dedicamos a hacer todas las tareas secundarias disponibles. A nosotros se nos ha hecho demasiado repetitivo, siendo además algunas de las optativas muy similares a las de la trama principal pero en otros escenarios y sin apenas profundizar en la historia. Se agradece el añadido de funciones online, que permite afrontar ciertas misiones con hasta otros tres jugadores de forma simultánea.
El apartado gráfico destaca por su genial dirección artística, donde se utiliza un marcado estilo cell-shading muy colorido y en el que las sombras están pronunciadas. Es una pena que en lo técnico no esté a la altura, con texturas simples, popping o una distancia de dibujado un tanto pobre, afeando a veces paisajes de gran belleza. Al menos los efectos son muy llamativos y funciona con fluidez normalmente.
En el sonoro tenemos melodías cañeras variadas y que le sientan genial al estilo del juego, aunque a veces queda en un segundo plano por los efectos derivados de las batallas. Las voces nos llegan tanto en inglés como en japonés, prefiriendo en lo personal éste último, mientras que los textos están en varios idiomas entre los que se incluye el español, como viene siendo habitual en las producciones de Nintendo.
Como conclusión, Daemon X Machina es un título que, una vez dominamos los controles, puede resultar muy entretenido. Lo malo es que al poco tiempo se hace repetitivo por la poca variedad y originalidad de sus misiones, encontrando pocos jefes a los que enfrentarnos y una IA que normalmente deja mucho que desear. Al menos cuenta con ciertos momentos espectaculares por sus geniales diseños y efectos, además de objetos de personalización que nos invitan a seguir jugando.
Esperábamos bastante más de este juego como aficionados a los combates entre mechas, sobrándole algunos elementos que entorpecen su jugabilidad y, por otra parte, faltándole mucha variedad a su desarrollo. Aún así, si os atrae el género, no está nada mal para unas partidas rápidas de vez en cuando.