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Análisis de DOOM Eternal

Id Software regresa por la puerta grande con DOOM Eternal para ofrecernos uno de los mejores juegos del género donde desatar nuestra adrenalina.

Cartel Doom Eternal
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DOOM Eternal, como bien sabréis, es un frenético shooter en primera persona y, a su vez, una de las sagas más emblemáticas en el género. Continuación directa de DOOM de 2016, el reinicio de la saga, ofrece todo lo bueno que tenía aquel título y lo mejora en muchos aspectos para convertirse en uno de los juegos más destacados del género con su ya característico estilo salvaje, donde no se cortan a la hora de mostrar sangre y vísceras por los cuatro costados al destrozar a los enemigos.

Su historia sigue donde lo dejo DOOM (2016), con los ejércitos del infierno invadiendo la Tierra y consumiendo un 60% del planeta. Nosotros, en el papel del Slayer, nos metemos de lleno en una épica aventura cruzando dimensiones para intentar detener la destrucción definitiva de la humanidad. Puede parecer muy simple, pero nada más lejos de la realidad, ya que el juego cuenta con una narrativa muy cuidada donde conocemos a varios personajes que nos ayudan a comprender todo lo que está sucediendo y encontramos giros inesperados y alguna que otra sorpresa interesante. Pero si queréis profundizar aún más en la misma, en los personajes y criaturas tendréis que localizar unos códices que a su vez funcionan como coleccionables.

Nada más comenzar la campaña toca elegir entre uno de los seis niveles de dificultad: No quiero morir, Hacedme daño, Ultraviolencia, Pesadilla, Ultrapesadilla y Modo vidas extra. Los únicos cambios que notaréis de unos a otros son la frecuencia de ataque, el daño que infligen, el recibido o la eficacia de los objetos que usamos, no apareciendo más enemigos por el escenario. Están pensados para que todo tipo de jugador pueda disfrutarlo sin importar su nivel de habilidad, con una curva de aprendizaje muy satisfactoria, aunque los dos últimos sólo los recomendamos para los jugadores más habilidosos y tras completar la campaña por primera vez. Además, si en algún momento os quedáis atascados aparecerá la opción de utilizar una armadura que reduce el daño recibido.

Las mecánicas, las cuales son explicadas al comienzo de nuestro viaje con un completo tutorial, funcionan de maravilla. Aquí nos movemos en cualquier dirección, corremos, contamos con doble salto, impulsos, la posibilidad de trepar y, como no podía ser menos, la de utilizar diversas armas que se sienten muy diferentes entre sí, contando con poderosos movimientos desde el principio. También podemos golpear cuerpo a cuerpo, destrozar muros e incluso empujar determinados objetos. El funcionamiento es siempre el mismo, viajar hasta una zona abarrotada de enemigos para acabar con ellos y desbloquear un nuevo camino, encontrando a veces entre medias pequeñas zonas de plataformeo.

Hay tres aspectos que nos han parecido imprescindibles, ya que conforman el núcleo jugable de la aventura. Cuando dañamos lo suficiente a los enemigos estos parpadean, lo que indica que podemos realizar ejecuciones para conseguir objetos que recuperan salud, apareciendo una mayor cantidad cuanto menos tengamos. Por otro lado, al acabar con los demonios con la motosierra nos reabastecemos de munición, aunque hay que tener en cuenta que utiliza combustible para funcionar, lo que nos obliga a estar recogiendo botes de gasolina contínuamente. Por último está el escupellamas, con el cual obtenemos fragmentos de armadura al quemar a los rivales. Combinar bien estas tres facetas es indispensable para sobrevivir, aportándole un toque estratégico muy interesante.

Es un juego frenético, donde los enemigos no nos dan un respiro hasta que acabamos con todos los de una zona. Y es que hay muchos tipos de ellos, cada uno con unas determinadas características e incluso puntos débiles (que son explicados con un tutorial) que debemos explotar. Los hay conocidos y otros completamente nuevos, con jefes realmente vistosos que siempre es un placer combatir.

En total contamos con 9 tipos de armas, siendo cada una de ellas especialmente efectiva contra un determinado tipo de rival. Esto hace que estemos cambiando constantemente entre ellas para intentar comprobar su efectividad y, en consecuencia, nos haga querer conocer las debilidades de los enemigos, con una rueda de selección que funciona muy bien. Junto a ellas encontraréis dos tipos de explosivos: las granadas de fragmentación,  que explotan nada más tocar el suelo para dañar y dejar titubeando a los demonios, y  las bombas de hielo, que al impactar congelan todo lo que hay a su alrededor y nos ofrecen unos valiosos segundos para lanzar la ofensiva.

Todas las armas tienen una serie de características únicas y podemos aplicarles modificaciones que desbloqueamos al encontrar modbots y, una vez conseguidas, cambiar entre ellas ágilmente durante las partidas. También encontraréis puntos de arma para mejorar estos modificadores, mejoras para el personaje en forma de cristales de centinela, que aumentan permanentemente la capacidad de la salud, armadura o munición, y runas, con las que mejorar las habilidades o aprender otras nuevas. Tantas opciones pueden llegar a abrumar, pero la verdad es que se van introduciendo poco a poco para que se sienta más natural.

Los escenarios, que son bastante más grandes que los de su predecesor, cuentan con un diseño muy bueno y varios niveles de altura. Estos no solo influyen a la hora de combatir, ya que encontraréis ciertas zonas de plataformeo a superar que le aportan aún más variedad a la aventura. Además, en cualquier momento podéis activar el indicador de objetivos para saber donde tenemos que ir, siempre que lo creáis necesario. Como curiosidad, hay unos Puestos de Automapa que, al activarlos, nos revelan todas las zonas ocultas del lugar, así como ciertos objetos de valor.

Hay tantos desafíos y secretos en cada rincón que incluso, cerca del final de cada misión, se desbloquean los viajes rápidos entre determinados lugares. Prestar atención al entorno y dominar los movimientos del protagonista es esencial para alcanzar estas zonas, donde a veces tendréis que resolver también pequeños puzles. No son demasiado complicados, pero sí que requieren de precisión y observación para dar con ellos.

La campaña da para unas 20 horas de duración, ofreciendo además muchos desafíos ocultos, coleccionables, trajes para el Slayer, rutas secretas y niveles de dificultad que lo vuelven muy rejugable. Cuando completéis la aventura se desbloquean los niveles maestros, versiones más complicadas de los ya conocidos que se irán añadiendo poco a poco. Por si no fuera suficiente, hay un modo multijugador llamado Battlemode en el que participan tres jugadores, uno manejando al Slayer (con casi todo el armamento desbloqueado) y los otros dos a demonios, a elegir entre el Acechador, el Archivile, el Elemental del Dolor, el Mancubus o el Revenant, que pueden invocar a otras criaturas. El objetivo es ser el mejor a lo largo de cinco rondas, pudiendo conseguir mejoras a lo largo de la partida. No es demasiado original, pero se agradece el añadido.

En cuanto al apartado gráfico, tenemos personajes y criaturas genialmente modelados y animados, con escenarios amplios, variados y cargados de detalles que entran rápidamente por los ojos. Destacar sobre todo el genial trabajo artístico, con momentos realmente alucinantes que preferimos que descubráis vosotros mismos. Los efectos son muy vistosos, conservando ese toque sangriento y brutal que tanto caracteriza a la saga, en especial cuando realizamos ejecuciones. En general funciona con mucha fluidez, encontrando pequeñas caídas muy puntuales cuando se sobrecarga de explosiones o enemigos.

El sonoro es simplemente espectacular, con melodías cañeras del compositor Mick Gordon que le aportan frenetismo a las partidas e incluso algunas que hacen uso de un coro de cantantes de heavy metal que nos han parecido tremendamente originales. Los efectos también están muy cuidados, mientras que las voces nos llegan en completo castellano con la posibilidad de activar los subtítulos en el mismo idioma.

En definitiva, DOOM Eternal devuelve a la franquicia a lo más alto con un juego tan frenético y duro como nos tenían acostumbrados, donde superar cada zona nos deja una gran sensación de satisfacción y descanso. El uso de las diferentes herramientas para conseguir mejoras es muy inteligente y le aporta un toque estratégico interesante, mientras que las armas están bien diferenciadas y cuentan con ventajas sobre ciertos enemigos. Es un juego largo, con escenarios enormes, muy verticales y que, además, cuentan con muchos secretos y extras a descubrir que lo hacen muy rejugable. No queremos olvidar el multijugador que, sin ser nada especial, alarga su vida útil.

Si lo que buscáis es acción intensa, matar demonios y dejar fluir vuestra adrenalina, pocos juegos pueden llegar al nivel de la nueva entrega de la saga de id Software.