Análisis de Dragon Quest Builders 2
Construye tu propio mundo con Dragon Quest Builders 2, la continuación del spin-off de la saga Dragon Quest que se basa en la creación.


Dragon Quest Builders 2 es un juego de construcción con tintes de RPG en el que tendréis que ir forjando vuestro propio mundo acabando con enemigos, cumpliendo con las exigencias de otros personajes para conseguir recetas y crear nuevos objetos con los útiles que hayáis recogido por los escenarios. La mayor novedad de esta entrega viene dada por el multijugador, que permite colaborar hasta a cuatro constructores online para dar forma a lo que queráis. Pero tranquilos, seguimos contando con una extensa campaña que os permitirá jugar en solitario durante multitud de horas y muchas novedades jugables.
Su historia nos habla sobre el malvado Hargon, cuyo objetivo es hacer que reine la destrucción haciendo que sus seguidores prohiban la construcción, cocina y creación, encerrando a los constructores para que sus conocimientos caigan en el olvido. Cuando todo parecía perdido, aparece un joven aprendiz en el lugar tras haber sufrido problemas durante un naufragio. En la orilla de esta isla desierta conoce a Malroth, un joven misterioso que sufre amnesia y que se pirra por la destrucción. Ahora, ambos comienzan una aventura para acabar con los planes de Hargon mientras recuperan la memoria de Malroth, reconstruyendo un mundo hecho pedazos para devolverle la vida al lugar con los deidárboles y la ayuda de los habitantes del lugar.
Este argumento, dentro de su simpleza, nos ha gustado, estando todo perfectamente narrado, contando con personajes carismáticos y encontrando giros interesantes que, bien es cierto, nos veíamos venir. Hace uso de mucho humor, lo que le da ese toque de simpatía que tan bien le sienta al juego, pero encontraréis también momentos tristes a lo largo del juego. Además, no es necesario haber jugado al anterior al tener una historia y personajes completamente nuevos. Comentar también que todos los textos del juego nos llegan en perfecto castellano para que no tengáis problemas a la hora de seguir la trama o comprender el funcionamiento del juego.
Nada más comenzar toca personalizar a nuestro héroe / heroína, eligiendo su sexo, color de pelo, piel y ojos, pasando finalmente a poner el nombre que deseemos. Son opciones demasiado básicas, pero no es algo a lo que le demos importancia. Lo mejor es que a lo largo del juego podréis conseguir elementos que cambian su aspecto, además de mejorar algunas de sus características. Junto a estas opciones encontraréis multitud de configuraciones para hacer que el juego se adapte a vuestras necesidades, siendo muy completo en este sentido.
Sus mecánicas pueden parecer similares a lo visto en la anterior entrega, aunque se han añadido más opciones que hacen que en general resulte mucho más satisfactorio. Como siempre, podemos movernos libremente por su mundo, saltar, destrozar objetos para conseguir materiales y perlear contra todo tipo de enemigos. Se desarrolla desde una perspectiva en tercera persona pero, si lo preferís, podéis jugarla también desde una en primera que ayuda en los lugares más cerrados. Ahora siempre vamos acompañados de Malroth, el cual nos ayuda en las peleas y a la hora de recolectar materiales. Es muy útil y hace que nunca nos sintámos solos a pesar de estar en zonas apartadas. También se han añadido nuevas opciones, como nadar, bucear, correr o planear, que agilizan la tarea de explorar el mundo. Es importante saber que al poco tiempo conseguimos una bolsa que nos permite llevar multitud de objetos a la vez para ahorrarnos viajes innecesarios, si bien, como es lógico, el acceso directo sólo permite llevar un número limitado.
Los enemigos siempre son visibles por los escenarios, comenzando los combates al acercanos a ellos. Hay algunos pacíficos que sólo reaccionan si los atacamos, mientras que otros son realmente peligrosos incluso en la lejanía. De vez en cuando intentan atacar la base, así que no olvidéis preparar una estructura que evite su entrada y tener a un buen grupo de guerreros bien equipados para que os echen una mano. Estos combates no ofrecen demasiada profundidad, aunque no se nos han hecho aburridos en ningún momento.
Al derrotarlos recibimos experiencia con la que tanto nuestro protagonista como Malroth pueden subir de nivel, haciendo que, en consecuencia, mejoren sus estadísticas generales y puedan construir nuevos útiles para la batalla en un yunke, ya sean armas u otro equipamiento. También aprenden algún que otro movimiento nuevo.
Las recetas y planos vuelven a tener una gran importancia y, para conseguirlos, debéis cumplir con las exigencias de los lugareños. Hay multitud de ellos, convirtiéndose las estancias en una u otra cosa según los elementos que incorporen y su colocación. Al cumplir con estas exigencias y hacer que se sientan cómodos recibimos corazones que poco a poco llenan un indicador con el cual, al llegar a cierto nivel, podemos tocar una campana para hacer que los lugareños recuperen la confianza en los constructores, más personajes se unan a nuestra causa y aprendamos a crear nuevos útiles, subiendo así el nivel del poblado. Todo es muy importante, ya que cada personaje que reclutamos nos ayuda con una tarea que nos ahorra tiempo y a la hora de combatir.
Una de las novedades es poder cultivar, donde con la ayuda de los lugareños debemos preparar la tierra, plantar semillas y cuidarlos hasta que crezcan, colocando un espantapájaros en el lugar donde deseemos que empiecen. Cada elemento a cultivar tiene algunos secretos para que crezcan mejor, siendo escencial escuchar lo que nos cuentan otros personajes para tener éxito. La verdad es que le sienta genial a la aventura y, aunque al principio es algo pesado, con la ayuda de la población poco a poco podemos ir olvidándonos de hacer ciertas tareas.
Todo esto puede parecer un poco abrumador, pero nada más lejos de la realidad. Cada apartado se nos va explicando de forma gradual mediante tutoriales con ejemplos prácticos, haciendo que la curva de aprendizaje sea muy sencilla y que en poco tiempo estemos dando rienda suelta a nuestra imaginación para sacar provecho de cada situación y herramienta.
El mundo del juego es enorme, dividiéndose en islas con diferentes ecosistemas, enemigos y contenidos. Hay que desbloquearlas cumpliendo ciertos requisitos en cada una, algo que os llevará bastante tiempo, viajando desde el mundo central hasta el resto utilizando embarcaciones. Al ser el tamaño de estas islas tan grandes y con diferentes alturas, siempre podéis activar unos teletransportadores que agilizan el proceso, encontrando a lo largo del trayecto montones de sorpresas. Entre ellas hallaréis una especie de altares en los que nos proponen resolver pequeños puzles a cambio de tesoros.
La duración del juego no está mal, pero a ello hay que sumarle multitud de tareas secundarias y la gran rejugabilidad que ofrece por poder crear estructuras enormes, completamente personalizadas y mejores que en el anterior juego, ya sea en solitario o compañía de hasta otros cuatro jugadores. También disponéis de una cámara que os permitirá sacar instantáneas con muchas opciones de configuración disponibles.
El apartado gráfico es muy parecido a lo visto en el anterior juego, con personajes y enemigos cuyos diseños resultan muy simpáticos y un mundo que, pese a estar creado con cubos, es tremendamente llamativo por su genial diseño y la variedad de ecosistemas disponibles. A ello hay que sumarle que ahora todo es mucho más grande y cuenta con pequeños detalles que han mejorado notablemente, como que los habitantes de un poblado no se parezcan en su mayoría tanto entre sí. Los efectos, por otra parte, también son vistosos y hacen que siempre nos sintamos parte del universo de Dragon Quest.
En el sonoro tenemos melodías muy similares a lo visto en el resto de la saga, adaptándose perfectamente a cada situación que vivimos, y nunca se nos han hecho pesadas. Junto a ellas tenemos los efectos, que son muy buenos y algunos fácilmente reconocibles por los aficionados. Los personajes no tienen voces más allá de algunos ruidos, pero todos los textos nos llegan en completo castellano para no perdernos ningún detalle.
Como conclusión, Dragon Quest Builders 2 sigue la estela marcada por el anterior juego, donde la construcción vuelve a ser el eje de la aventura. Los nuevos añadidos, como el cultivar, el mayor tamaño del mundo o las nuevas habilidades del personaje le sientan genial a la aventura, con misiones que en ningún momento se nos han hecho pesadas. Además la curva de aprendizaje está muy bien medida tanto para los nuevos como para los seguidores del primer título, pudiendo incluso colaborar con hasta otros tres amigos para crear vuestro mundo de ensueño. Quizás le falta algo de profundidad a los combates, aunque no se nos han hecho aburridos.
Aquellos que disfrutaron con el original no deberían perdérselo, ya que ofrece más y mejores contenidos que el mismo, siendo también una buena oportunidad para descubrir este spin-off al no ser necesario haber jugado al primero.