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Análisis de Shenmue III

El esperado regreso de Ryo Hazuki ha llegado con el lanzamiento de Shenmue III, donde tendréis que volver a dominar las artes marciales para resolver el misterio que envuelve a la muerte de su padre.

Cartel Shenmue III
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Shenmue III es un juego de aventuras y acción en tercera persona y, a su vez, continuación de los clásicos de Dreamcast creados por el afamado director Yu Suzuki. Desarrollado por YS Net, esta nueva entrega conserva todo lo que hizo grande a la saga en su momento, con mucha exploración, elementos de rol, combates y quick time events para los momentos más frenéticos, aunque al ser tan conservador quizás se trate de un título que disfrutarán más los aficionados al no actualizar algunas mecánicas para que se sientan más cómodas.

Su historia, que tiene lugar justo después del segundo juego, nos vuelve a poner en el papel de Ryo Hazuki, un artista marcial japonés de 18 años cuya única obsesión es vengar la muerte de su padre, Lan Di. En esta ocasión busca resolver el misterio tras el Espejo Fénix, un artefacto capaz de localizar al asesino de su padre. Su viaje le lleva hasta una China rural donde, acompañado de Shenhua, tendrá que investigar la desaparición del padre de su compañera y la llegada de unos extraños matones a Bailu. A partir de ese momento nos toca recorrer todo tipo de localizaciones, entrenar e invesgar a aquellos que conocen la verdad tras el Espejo Fénix.

Este argumento, como viene siendo habitual en la franquicia, es uno de los elementos más destacados del juego, con personajes muy carismáticos (algunos ya conocidos de la saga), una buena narrativa y montones de giros inesperados que lo hacen muy interesante. Es una trama muy ligada a las dos primeras entregas y, aunque hay un vídeo que nos resume brevemente lo sucedido, recomendamos encarecidamente jugar a los originales (o sus remasterizaciones) para conocer mejor todo su universo. Cabe comentar que no cierra la saga, dejando algunos cabos sueltos que bien podrían dar lugar a una nueva secuela. Al menos nos ha gustado que llegue con textos en castellano.

Sus mecánicas son muy parecidas a lo visto en los juegos originales, donde la investigación sigue siendo el eje central de la aventura. Aquí nos toca viajar de nuevo por los escenarios y conversar con todo el mundo, ya que son ellos los que nos guían en nuestro viaje. No contamos con ningún tipo de guía o ayuda que nos indique el camino que debemos tomar, siendo el diálogo lo que nos hace avanzar. Es un juego que invita a conocer su mundo, en el que memorizar la ubicación de cada cosa es una gran ventaja. Al menos vuelve nuestro fiel cuaderno, donde anotamos todos los detalles importantes y el objetivo actual.

Todas las acciones que realizamos van consumiendo poco a poco puntos de vida de Ryo y, para recuperarlos, le toca alimentarse. Pero claro, los alimentos cuestan dinero y nuestro protagonista tiene que realizar diferentes tareas si quiere conseguirlo, ya sea trabajando u obteniendo mercancía que después podemos vender. Como véis, es como si se tratara de un simulador de vida que se desarrolla a un ritmo lento y requiere de mucha paciencia por parte de los jugadores. Además, para tener acceso a determinados eventos tendréis que llegar a cierta hora, si bien conserva el sistema de salto para trasladarnos hasta el lugar y la hora que le indiquemos.

Comentar que los controles ahora resultan un poco más ágiles y la cámara no nos da tantos problemas como en los originales, pero se siguen notando algo toscos. Esto pasa especialmente a la hora de combatir, donde se ha simplificado el sistema para hacer que sea más accesible y se le da más importancia a cómo mejoramos a nuestro personaje que a la destreza con los mandos. Tanto es así que ahora podemos curarnos en medio de la lucha utilizando plantas medicinales. Al menos mejorar a nuestro personaje sigue siendo muy divertido. La vitalidad, por ejemplo, aumenta al realizar ejercicios participando en diversos minijuegos con postes de madera, mientras que la potencia de ataque mejora al aprender técnicas de los maestros  o comprándolas en tiendas, teniendo después que practicarlas en sitios específicos para ir depurándolas.

Los escenarios, por otra parte, nos han gustado bastante, encontrando mucha variedad de localizaciones que, además, se sienten vivas al tener habitantes que cambian sus quehaceres según la hora a la que vayamos. Se divide en dos grandes regiones a explorar, Bailu y Niaowu, haciendo que sea muy entretenido recorrerlas a fondo para conocer a los personajes que allí habitan y descubrir un poco más sobre ellos buscando objetos en sus casas, encontrando ahora tiempos de carga que no son tan abundantes como en pasadas entregas.

Para los momentos más intensos volvemos a contar con los quick time events que, debido al bajo presupuesto del juego, ya no resultan tan satisfactorios como los originales. Cada vez que fallamos en la ejecución de alguno nos toca repetir dicha escena en lugar de encontrar una ruta alternativa, haciendo que sea más tedioso y repetitivo. Es uno de los aspectos que menos nos ha gustado del juego, sobre todo porque apenas dan tiempo para saber que botón pulsar y casi siempre nos lleva a fallar, haciendo que al final tengamos que memorizar casi toda la secuencia.

En cuanto a duración, el juego da para unas 25 horas, tiempo que se ve un poco aumentado si nos dedicamos a realizar algunas tareas secundarias. Como siempre, también hay espacio para diversos minijuegos que, a pesar de estar demasiado simplificados, saben entretener, aunque echamos en falta las recreativas de SEGA al no participar la compañía en el juego. Hay algunos extras para sustituirlas que por desgracia no alcanzan su mismo nivel. Además no es tan largo como las otras dos entregas de la saga, si bien nos ha parecido más que suficiente.

El apartado gráfico nos deja con sensaciones encontradas. Por un lado tenemos preciosas localizaciones que, sin ser un portento técnico, dejan estampas de gran belleza por sus cuidados diseños y contar con montones de detalles en cada rincón. Por otro, personajes que optan más por una estética anime que no cuadra demasiado con el estilo realista de los escenarios, siendo estos casi inexpresivos y con animaciones un tanto mejorables. Lo curioso es que no todos los personajes utilizan el mismo estilo artístico, encontrando algunos más realistas y otros tremendamente simplificados, pero se agradece que todos sean diferentes entre sí en lugar de meros clones. Además hay tiempos de carga, ciertos bugs o transiciones un tanto abruptas entre las cinemáticas y las partes jugables, entre otros pequeños defectos. Es algo lógico al contar con mucho menos presupuesto que en los juegos originales, compensándo sus carencias con sus geniales diseños y efectos bastante trabajados.

En el sonoro tenemos melodías de corte oriental que le sientan estupendamente a la aventura, con algunos temas nuevos y otros clásicos remezclados para la ocasión, corriendo éstas a cargo del compositor original, Ryuji Uichi. Como pega diremos que las transiciones entre unas y otras son un tanto bruscas, ocurriendo lo mismo con el volumen. Las voces nos llegan tanto en inglés como en japonés, siendo éstas de una buena calidad, mientras que los textos están en completo castellano, con pequeños fallos a la hora de interpretar algunos diálogos.

Como conclusión, Shenmue III es, tanto para lo bueno como para lo malo, una continuación muy fiel a sus orígenes, ofreciendo un mundo genialmente ambientado que es un placer explorar a fondo y personajes bien diferenciados de los que siempre queremos saber más, todo llevado con un ritmo pausado. Hay pequeños ajustes que hacen que la experiencia sea más satisfactoria, pero no esperéis un gran salto en su jugabilidad. En lo negativo diremos que ciertos aspectos audiovisuales no están a la altura de lo esperado, además de haber simplificado tanto los combates y los QTE que a veces se vuelven un tanto tediosos.

Es un título pensado sobre todo para los seguidores de la franquicia, con continuos homenajes a las anteriores entregas en forma de documentos, minijuegos y otros elementos que merece la pena descubrir, pero que se aleja del público actual al tener unas mecánicas que a veces se sienten desfasadas.