Análisis de Summer in Mara
Lleva una vida tranquila en Summer in Mara, el nuevo juego del estudio español Chibig, que ya se encuentra disponible en Nintendo Switch y PC, llegando a otras plataformas en un futuro.


Summer in Mara es un simulador agrícola de gestión de recursos y aventuras en el que nos toca cultivar, crear y explorar a fondo el archipiélago tropical de Mara, todo mientras vemos como la isla principal evoluciona junto con el trabajo de la protagonista, Koa. Es un juego que se basa en pequeñas historias y misiones, donde básicamente nos dedicamos a ir de un lugar a otro en buscade recursos que nos ayuden a sobrevivir, crear útiles, preparar a isla a nuestro gusto y después descansamos para empezar un nuevo día.
Su argumento se centra en Koa, que fue encontrada cuando era sólo un bebé por Yaya Haku, quien estaba pescando y se percató de una gran explosión. Desde entonces ha vivido con ella en una remota isla, cuidando de su entorno y con la curiosidad que caracteriza a todos los jóvenes, queriendo descubrir el mundo que la rodea y sin ningún temor a lo que pueda sucederle. Por ello, siempre que Haku sale de viaje, aprovecha para coger su barca y navegar para conocer los alrededores. Llega un momento en el que se verá obligada a hacerlo, aunque no daremos más detalles para no estropear la historia.
Esta trama no está nada mal al ver la evolución constante de Koa, conociendo a lo largo de la aventura a varios personajes, encontrando giros interesantes relacionados con la malvada corporación Elit y un claro mensaje sobre la importancia del reciclaje y la naturaleza, así como cierta crítica social. Además está adornada con algunas escenas animadas en 2D de bastante calidad y conversaciones al estilo de las novelas visuales con ilustraciones conseguidas, todo ello acompañado de textos en castellano.
Sus mecánicas son muy accesibles, donde nos desplazamos libremente por su mundo andando, corriendo, saltando o interactuando con determinados objetos, personajes o partes de los escenarios. Al final todo se basa en recoger objetos y materiales para poder crear otros útiles, platos de comida o bebidas, entre otros, visitando el taller de su casa. También hay que cultivar, cuidar de los animales, pescar, replantar árboles o realizar ciertos tipos de actividades, estando siempre pendientes de la resistencia de Koa para ver cuando tenemos que alimentarla o descansar.
Es una pena que los controles no sean todo lo precisos que nos gustarían, teniendo que colocar a veces al personaje en un lugar muy concreto si queremos interactuar con determinados objetos. A esto tampoco ayuda la repetición constante de algunas tareas que, además, no son demasiado divertidas, como regar con un cubo que va perdiendo agua y la pesca, pero es algo que notaréis más sobre la mitad del juego. Se agredece, eso sí, que poco a poco veamos un gran progreso en nuestra isla, con cada vez más elementos nuevos que hemos ido sacando de otros lugares para aportarle más diversidad al desarrollo.
A diferencia de otros juegos del género, aquí no encontraréis un reloj determinado por el de la consola, sino que podemos jugar en cualquier momento del día sin que ello afecte al horario del juego. Puede parecer una tontería, pero es un detalle a agradecer cuando, por ejemplo, sólo nos queda tiempo para jugar por las noches.
En la casa podemos acceder a cuatro opciones a través de un menú: herramientas, lugar en el que crear útiles para interactuar con el entorno, taller, donde podréis elaborar algunos objetos más concretos, cocina, para crear platos a partir de ingredientes, y dormir, en el que descansaréis tras un largo día de trabajo para recuperar fuerzas. Como es lógico, dependiendo de lo que queramos construir o crear, nos toca conseguir unos determinados materiales para ello, siempre y cuando antes hayamos obtenido su receta.
Llegado el momento también podemos viajar en nuestra barca de una isla a otra e incluso sumergirnos en el agua en busca de algunos objetos, ampliando así un poco más su mundo. Gracias a esta barca tenemos acceso a Qälis, la capital de Mara, donde se presentan nuevos personajes bastante carismáticos y el comercio, que nos obliga a vender objetos para comprar otros realmente caros, así como cumplir misiones para conseguir algunos útiles nuevos, mejoras, recetas y descubrir poco a poco toda la historia del juego.
La peor parte de este juego se la llevan dichas misiones, que se basan en hacer de recadero una y otra vez con largos viajes entre islas que pueden hacerse bastante pesados con el paso de las horas. Es cierto que cumplirlas nos ayuda a ver cómo mejoran nuestras posibilidades de construcción y creación, pero pensamos que podían haber dado mucho más de sí. Además, el ritmo al que se desarrolla todo es bastante lento, algo que acentúa los problemas que hemos comentado anteriormente, sobre todo al desarrollarse algunas de estas tareas a ciertas horas del día.
La duración de la aventura es bastante extensa, superando fácilmente las diez horas de juego con montones de misiones a realizar. Una vez completadas no ofrece demasiada rejugabilidad más allá de personalizar la isla a nuestro gusto, pero a quien le atraiga su propuesta tiene juego para rato.
Su apartado gráfico cumple sin más, donde destaca por encima de todo su cuidado estilo artístico, con diseños de personajes y escenarios muy cuidados. Por desgracia, en lo técnico no acompaña, con modelados simples para personajes, animales, criaturas y escenarios, texturas planas y animaciones que dejan mucho que desear. A ello hay que sumarle algunos bugs, pero es algo que arreglarán con el tiempo mediante actualizaciones. Al menos hay transición entre el día y la noche, así como efectos vistosos, tales como la lluvia.
El sonoro es bastante mejor, amenizando nuestro trabajo con melodías de todo tipo que acompañan genialmente las diferentes situaciones que vivimos en el juego. Los efectos no están nada mal, mientras que las voces se limitan a pequeños sonidos. Los textos como hemos comentado, se encuentran en perfecto castellano.
En definitiva, Summer in Mara destaca por su cuidada historia y por el mensaje que se oculta tras la misma, con personajes muy cuidados a los que siempre es un placer conocer. También nos ha gustado ver crecer poco a poco a Koa junto a nuestra isla con los elementos que conseguimos de otras localizaciones, haciendo que el esfuerzo merezca la pena. No es un juego con altos valores de producción, algo que se nota en un sistema de control que podría ser más preciso, un apartado técnico mejorable o unas misiones a las que les falta profundidad, haciéndose algo pesadas con el paso de las horas.
Aún con todos sus defectos, sigue siendo un título recomendable en el que relajarse y tomarse todo con calma, con unos diseños que entran rápidamente por los ojos.