Análisis de The Procession to Calvary
Viaja hasta el Renacimiento con The Procession to Calvary, la nueva aventura de Joe Richardson que os hará recorrer diversas obras de arte.


The Procession to Calvary es una pitonesca aventura al clásico estilo point & click creada por Joe Richardson, quien es conocido por su aclamado juego Four Last Things. Aquí viajaréis a través de obras de arte vivientes de Botticelli o Michelangelo entre muchos otros, siempre acompañados por una impresionante banda sonora cargada de temas clásicos que ambientan muy bien su mundo. Aunque estamos ante un juego independiente de Four Last Things, éste se desarrolla en su mismo universo, algo que los aficionados sabrán apreciar.
Su historia nos lleva hasta el final de la guerra santa, donde nuestros opresores han sido vencidos, las iglesias de los antiguos dioses han quedado en ruinas y miles de personas inocentes han sido asesinadas. Pero no todo son buenas noticias; el tirano Heavenly Peter se ha escapado, y se nos ha encomendado la misión de encontrarlo. Nuestra protagonista tendrá que ir convenciendo a los distintos personajes cumpliendo con sus exigencias, lo que poco a poco la acercará a su objetivo.
Es, como suele suceder en este tipo de aventuras, el aspecto más destacado del juego, donde viajaréis a través de cientos de pinturas renacentistas con momentos cargados de humor negro, absurdo y surrealista que en ocasiones rompe la cuarta pared, personajes muy pintorescos y momentos totalmente inesperados. Esta trama está bastante bien narrada, contando incluso con algunas referencias al anterior juego pensadas para sus seguidores. La mayor pega es que todos los textos nos llegan en inglés, requiriendo un buen nivel en el idioma para poder avanzar en ciertos tramos. Además, debido a los colores usados, no siempre se distingue bien el texto con los fondos.
Sus mecánicas no varían demasiado de lo visto en otros juegos del género, manejando un puntero para pinchar en diferentes partes del escenario o personajes, abriéndose entonces un menú que nos permite observar, hablar o interactuar con ellos. Junto a esto tenemos la posibilidad de cambiar entre la mano o la espada para interactuar con determinados objetos o personajes, algo esencial en determinados puntos de la aventura.
Como no podía ser menos, también contamos con un inventario donde se guarda todo lo que conseguimos para después utilizarlos con otros elementos, así como una lupa que desvela todos los puntos interactivos de un escenario y un libro desde el que accedemos al menú principal. No tiene un gran espacio, pero al no encontrar demasiados objetos a lo largo de la aventura no es realmente necesario.
Los puzles son bastante interesantes, resolviendose en la mayoría de ocasiones hablando o consiguiendo un determinado objeto para usarlo en otro lugar. Si alguna vez tenéis un personaje delante que os impide progresar, siempre podéis optar por matarlo para saltaros su puzle. Pero cuidado, en esta aventura se nos penaliza por ello, impidiendo al final que podamos matar a Heavenly Peter. También podemos morir y tendremos que reiniciar la partida desde el último punto de control o guardado. Y sí, siguiendo la tónica del resto del juego, puede ocurrir de maneras realmente absurdas.
En cuanto a duración, el juego puede completarse en unas 4 horas, aunque todo depende de lo que tardéis en resolver ciertos puzles o el tiempo que os quedéis admirando sus obras vivientes. Lo malo es que no ofrece ningún incentivo que haga que sea rejugable más allá de conseguir sus trofeos.
El apartado gráfico, dentro de su simpleza, nos parece muy original al utilizar obras renacentistas de reconocidos artistas, como Rembrandt o Botticelli, para darle vida a su mundo y a los personajes. No esperéis animaciones muy trabajadas, pero lo compensa con lo vistoso que es en general y la cantidad de detalles diferentes que podréis encontrar en los escenarios. Además está muy bien optimizado, no necesitando un equipo potente para moverlo.
En el sonoro tenemos melodías de corte clásico que nos han gustado mucho tanto por la variedad de temas como por tener siempre a un músico o a una banda en cada escenario interpretándolas, algunos incluso siguiendo nuestros pasos. Además podemos observarlos para descubrir al compositor y la canción, encontrando canciones de Bach, Handel o Vivaldi entre otros. Los efectos no están nada mal, aunque hemos echado en falta voces para los personajes. Los textos, como ya hemos comentado, se encuentran únicamente en inglés.
Como conclusión, The Procession to Calvary es lo más similar que podéis encontrar en el mundo de los videojuegos al estilo de los Monty Python, haciendo uso de el típico humor británico que, si bien a nosotros nos ha gustado, a otros puede no atraerles tanto. Su historia nos ha resultado entretenida y cuenta con momentos realmente absurdos que nos han sacado alguna que otra sonrisa, con puzles que normalmente tienen su lógica, un apartado audiovisual bastante original y una duración que cumple sin más. La mayor pega es que quizás es demasiado conservador y el idioma, requiriendo un buen nivel del mismo para poder avanzar.
The Procession to Calvary gustará sobre todo a aquellos que disfruten de las aventuras gráficas clásicas, especialmente si os atraen las historias divertidas llenas de momentos inesperados, aunque peca de ser algo corta y poco rejugable.